La finalidad de la Economía Social y Solidaria se centra en las prácticas económicas que deben ser juzgadas por su contribución positiva o negativa, directa o indirecta, a la reproducción y desarrollo de la vida… y se logra a través de modos culturales de tener, ser, hacer y estar, considerándolo un criterio ético, no un criterio operativo como el de la optimización instrumental de los recursos.
En lo fundamental, dentro de la economía la génesis, el
desarrollo y la consolidación de las capacidades humanas e institucionales bajo
nuevas formas de producción basadas en la organización autogestionaria del
trabajo por los trabajadores y en la gestión consciente de sus necesidades,
dependen no sólo de la voluntad y consistencia de las acciones de los
trabajadores y sus comunidades inmediatas, sino de un contexto que incluye como
componente principal el acceso a bienes públicos no monetizados provistos en
parte por el estado.
La estrategia principal para la sustentabilidad de los
emprendimientos de la economía social (EPES) es principalmente política,
quedando la gestión del desempeño económico en un plano subalterno, ya que en
la ausencia de una política de estado conducente, los emprendimientos de la ESS
no pueden aspirar a sustentarse.
Por lo tanto, la Economía Social y Solidaria se va construyendo
en el día a día y a veces tendrá más o menos apoyo del Estado. Dentro del planteo
de Erik Olin Wright, habría tres lógicas de transformación o emancipación de
esta economía: la rupturista, la intersticial y la simbiótica. La rupturista se
refiere a aquellos procesos de cambio sistémico radical de las instituciones a
partir de la lucha, las simbióticas son aquellas que ligan los intereses de una
amplia base o poder social ampliado a los intereses de sectores de mayor poder
económico estrategia por la cual se crean contextos para los compromisos
positivos de clase que suponen juegos de suma positiva y formas activas de
colaboración en las solución de problemas entre intereses opuestos y las
estrategias intersticiales son las que posibilitan la creación de instituciones
socialmente habilitadas de abajo a arriba. Estas nuevas relaciones funcionan
como demostraciones prácticas de que otro mundo es posible y que puede
ampliarse potencialmente de forma que erosionen el poder económico. Según el
autor, el movimiento hacia los ideales igualitarios de la justicia social y
política es de una gran complejidad y si bien sus desarrollos teórico
metodológicos y mediante ejemplos, asignan prioridad a las estrategias
intersticiales, considera que cualquier trayectoria plausible de transformación
en el largo plazo necesita valerse de elementos de las tres. Las
transformaciones intersticiales, según Erik Olin Wright, tratan de construir
nuevas formas de habilitación social en los nichos y márgenes de la sociedad
capitalista, incluso cuando no parece que planteen amenaza inmediata alguna a
las clases y elites dominantes.
Durante las últimas décadas, sostiene Wright, en
Latinoamérica, emergió una diversidad importante de organizaciones cooperativas
que reforzaron la perspectiva de estrategias intersticiales, ya que plantean
alternativas sociales a las instituciones dominantes existentes y configuran
opciones emancipadoras. Gran parte de estas experiencias forman parte de
movimientos sociales que nuclean múltiples organizaciones cooperativas, y que
trascienden la idea de emprendimiento económico y adquieren un fuerte
compromiso con estrategias de transformación social, participando activamente
de la vida política de cada país.
En Argentina -luego de 25 años de gobiernos neoliberales que
la llevaron a una gran crisis en 2001/2002- la búsqueda de los mejores medios
había hecho que una ciudadanía ideológicamente comprometida con
transformaciones sociales y económicas más profundas pusieran en cuestión los
fines, el para qué del crecimiento o del desarrollo , generando un avance de distintos
movimientos sociales.
Rodrigo Fernández Miranda analiza en un primer momento la
matriz de estas ideas y valores que tienen en común el neoliberalismo y el
consumismo, enfatizando de qué manera la permeabilidad de la ideología que
transmite la publicidad afecta a la construcción de ciudadanía y los proyectos
colectivos, condición necesaria para el desarrollo de la Economía Social y
Solidaria. Propone una mirada y una práctica diferente de los mismos, por
cierto en el marco de otra economía, tal como plantea la ESS.
La economía social o popular es solidaria cuando puede
sustentar a quienes trabajan. Y en este punto el cómo de la producción adquiere
relevancia, y remite a distribución del trabajo, capacidades, máquinas,
herramientas, procesos productivos, financiamiento, administración,
comercialización y relación con los mercados. Mientras el Estado neoliberal
junto con las grandes empresas capitalistas sean el principal organizador de la
producción, -y no el Estado Benefactor o social o las comunidades-para la ESS
es imposible evadirse de ciertos parámetros que la perjudican.
Por otra parte la ESS tiene dos herramientas para competir
en los mercados. A diferencia del “intermediario tradicional”, regido por los
principios del modelo capitalista –maximización de ganancias-, y asociado
fundamentalmente con la función operativa de distribución de los productos
desde los productores a los consumidores, las Comercializadoras Solidarias, resignifican
la función de comercialización, dado que se caracterizan por efectuar
transacciones bajo condiciones de transparencia, guiadas por una ética de
solidaridad. . No persiguen como objetivo la maximización de ganancias en el
proceso de intermediación, sino por el contrario, han tratado de consolidar un
sistema de comercialización en el marco de la ESS que haga frente, a los
intermediarios especuladores que se enriquecen a expensas de los pequeños
productores.
La segunda herramienta son los Sistemas de Certificación de
Calidad utilizados por el sector de la Economía Social y Solidaria, poniendo
énfasis en su función potenciadora de los emprendimientos de este sector y en
su contribución a la constitución de sistemas económicos sustentables en tanto
sean acompañados por políticas públicas adecuadas.
La ESS propone un consumo realizado por ciudadanos. De esta
forma, desde la ESS el desafío consiste en la construcción y el sostenimiento
de una ciudadanía primaria a través de su propuesta de consumo transformador,
lo que tiene como correlato la necesidad de construir discursos alternativos y
prácticas políticas transformadoras que estén fuera de ese mercado, donde la
disputa de sentidos, en el marco de una batalla cultural, es necesariamente una
batalla de comunicación.
La finalidad de este desafío es un consumo transformador que tenga un componente comunicacional central, a través del cual se informe e interpele a distintos grupos sociales, se revaloricen culturalmente los procesos y las identidades colectivas, y se construyan vínculos con la ciudadanía.
Comentarios
Publicar un comentario