La idea de Fratrimonio, a diferencia del patrimonio que es lo heredado por nuestros antepasados y familiares, son nuestros valores y significados en una construcción pasiva de la cultura que alude a la idea de las personas cultas donde la cultura es símbolo de transmisión y conocimientos heredados. Este concepto nos permite como animadores a tener una nueva visión y “desculturizar la cultura”, transformar esa idea de inmutable como algo que se transfiere, se transforma con los vínculos, el tiempo, las sociedades y su contexto, poder fraternizar la cultura es transmitir la cultura desde otros puntos con otros significados y desencasillarla como se lo viene haciendo por las políticas de estado que solo la hacen visible desde el ámbito de las bellas artes, las costumbres y tradiciones que si bien forman parte de esta no es solo lo que abarca. La animación va a crear nuevos puntos de vista en los sujetos animados, abrirá nuevos caminos desde donde se puede descubrir la cultura formando vínculos, compartiendo conocimientos, hábitos, de una forma activa, creando y construyendo en base a estos nuevos lazos sobre el patrimonio heredado que ya tenemos incorporado desde nuestros orígenes. Ayudará a la desconstrucción del imaginario hegemónico creado por el estado y los sentidos comunes que se encuentran afianzados en los habitus sociales.
Víctor Vich posiciona a la cultura como un agente clave de los cambios sociales, es de principal importancia que se articule conjuntamente con la democracia y la ciudadanía para promover políticas culturales que transformen las relaciones sociales, derrumbando así la idea de los cultos creada por la modernidad de que la cultura es un campo independiente y autónomo dentro de la sociedad, debe estar inmersa en todas las dimensiones de la vida social y no solo ligada al conocimiento y a las artes como un lugar autónomo. Es por eso que se habla de desculturizar la cultura, porque dentro de estas prácticas culturales esta la idea de desencastillar a la cultura de las esferas sociales inventadas por la modernidad como la política y la economía, para que dejen de ser lugares cerrados y autosuficientes que no permiten la entrada a otros como lo expresa el autor.
Le asigna el valor de ser una de las causas por la cual los seres humanos socializamos y nos construimos desde el interior, donde se establece y regula la forma en la que se practican las relaciones sociales. Es uno de los principales codificadores con el cual podemos diferenciar sexo, raza, etnia, genero, y nuestra relación con la naturaleza, es nuestra forma de existir y regula nuestros discursos ya que preexiste en el interior de los sujetos.
Por otro lado, fundamenta que la cultura se debe valorar como un “dispositivo que contribuye a producir la realidad y que funciona como un soporte de la misma” y debe entenderse por lo que hace, produce sujetos como también produce y reproduce relaciones sociales.
Por desculturizar la cultura hace referencia a las estrategias de pensamiento y acción de las políticas culturales que por un lado deben posicionar a la cultura como un agente de transformación social y revelar todas las dimensiones que esta abarca y son consideradas como fenómenos no culturales. Con este objetivo podemos ver y saber que la cultura es un recurso que puede utilizarse con diferentes propósitos de intervención social, dejando de lado el supuesto de que la cultura es algo puro y autónomo.
Desde la mirada de Vich las políticas culturales no solo deberán fomentar la producción simbólica e intentar democratizarla, sino que además deberían tener las siguientes características:
Intentar desconstruir la idea de progreso naturalizado impartido por la modernidad que solo apunta al aumento de las ganancias económicas, neutralizando los principios que lo sostienen para intervenir en las sociedades que hoy en día están fragmentadas y desiguales, abarcando así problemas culturales como la corrupción, el autoritarismo, el racismo, entre otros que interfieren en el estilo de vida y la cultura, dejando de lado a los grandes proyectos de políticas públicas invertidos en otras esferas de la sociedad para reformular ideas y dar lugar a nuevos proyectos públicos que promuevan nuevos modelos de identidad bajo nuevos ideales comunitarios.
Se debe tener en cuenta que la cultura es un lugar de cuestionamiento hacia la hegemonía oficial y promueve un campo de visión que va más allá de los poderes que nos constituyen y de las relaciones sociales.
Hacer visible como se ejerce el poder: la propuesta de abrir espacios para que las identidades excluidas tengan el poder de representarse a sí mismas participando como verdaderos actores en la esfera pública, hacer visibles las estructuras de poder que estaban ocultas para que las personas puedan participar y tomar decisiones en la vida pública. Lograr la igualdad visibilizando a aquellos poderes que lo impiden y fomentar la participación pública. Para proponer nuevas políticas culturales hay que pensar en las lógicas del poder.
Poner en cuestión ciertos modos de socialización con los que hombres y mujeres fuimos socializados (problemas culturales como la violencia contra la mujer o la producción de masculinidades).
Hacer visibles los imaginarios sociales donde los vínculos implican una forma de goce o ejercicio de poder. Los vínculos sociales se encuentran producidos desde estructuras afectivas que están hondamente afianzadas y se debe intervenir políticamente e intentar renovarlos a partir de nuevas representaciones culturales.
El principal objetivo debe ser el de posicionar a la cultura en una dimensión transversal de todas las políticas de gobierno, ya que los proyectos que no se hagan con la intención de transformar los imaginarios sociales tendrán un impacto muy limitado dentro del escenario social.
Un proyecto exitoso de política cultural es aquel que puede articular a diversos actores y entiende a la cultura como la generación de un proceso y no sólo de un evento.
Se debe tener en claro donde intervenir, por que hacerlo y cuáles son los objetivos a alcanzar.
Fomentar la libre expresión cultural en sus múltiples expresiones e intentar organizarla de acuerdo a los propósitos involucrados con el devenir social.
Tener un buen conocimiento de las problemáticas que afectan a la sociedad y la voluntad para convocar a sectores no culturales con el fin de discutir participativamente las estrategias de intervención.
El gran reto de las políticas culturales: Hacer entender tanto a políticos como a la ciudadanía en general que muchos de los graves problemas sociales tienen menos que ver con el código penal y si con la cultura.
Revelar las diferentes dimensiones de la cultura de lo que se presenta como no cultural y activar procesos de cambio utilizando la potencia de los símbolos culturales.
Las políticas culturales deben estar articuladas con políticas de otros sectores como trabajo, salud, desarrollo humano o medio ambiente ya que están relacionados a nuestros modos de pensar, sentidos comunes, hábitos y conflictos que se fueron resolviendo dentro de la cultura.
Deberían participar sobre las decisiones de otras políticas ya que tiene un impacto central sobre cómo se configura la sociedad y sus subjetividades.
Desvincular a los individuos del orden simbólicos que los sostiene. Intentar desmontar los imaginarios hegemónicos utilizando objetos culturales y así comenzar a difundir otro tipo de representaciones sociales.
Promover la formación de nuevos gestores culturales que tengan mejores diagnósticos sobre la realidad actual a fin de que puedan difundir los objetos culturales en nuevos formatos.
Ser estratégicas, asumir los espacios públicos como puntos de encuentro para la ciudadanía en la que se quiere participar.
Fomentar la producción cultural y generar mejores redes de circulación de la misma, pero también en organizarla y posicionarla de una manera nueva y diferente.
Establecer nuevos sentidos de comunidad y renovar la esfera pública.
Ser agente de crítica de nuestro tiempo, tener en claro que una sociedad democrática se establece con una verdadera justicia económica, mayor institucionalidad política y la construcción de nuevos imaginarios sociales que contribuyan en ello.
Como conclusión, la postura de Vich me lleva a darle un nuevo significado y empoderamiento a la cultura, que sea tomada no solo como algo autónomo y pasivo, que se transmite con el tiempo o es patrimonio de nuestras sociedades, sino que se va transformando, transmutando y fluye en paralelo con otras esferas sociales que son parte de ella. Todo nuestro contexto se construye en base a la cultura, son las prácticas sociales que vamos adquiriendo, nuestros modos de pensar, sentir, así como las tradiciones y costumbres que llevamos inculcadas. Por otro lado la cultura constituye nuestras prácticas sociales, estructura las relaciones de poder y regula nuestras relaciones en el contexto en que vivimos, el saber común y los hábitos cotidianos.
Las políticas culturales permiten no solo involucrar a la cultura en otras esferas sociales sino que contribuyen a la transformación social. El objetivo es sacar a la luz y enfocar las estrategias en las problemáticas culturales que no solo se basan en el plano que esta naturalizado por la sociedad que lleva a la cultura a ser considerada solo como las artes y las expresiones artísticas o eventos gestionados por las políticas públicas, sino que es parte de los conflictos y las desigualdades sociales, el racismo, la corrupción, la violencia, la discriminación entre otros ítems en cuestión que son parte de la cultura y materia de lucha para las políticas culturales.
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